Una de las bondades del trabajar (más bien de ser LIBRERO) son todas aquellas cosas-huellas, rastros, marcas- que los antiguos dueños van dejando en sus libros. Un buen "arqueólogo de libros" (¡qué buen término!) no deja pasar detalle alguno del material que cae en sus manos. Con esta foto inicio una nueva sección -a "Ojo de buen librero"- donde iré mostrando algunas de las dichas y regalos que me ha dejado este oficio.
Este es sólo un ejemplo, les transcribo hasta donde logré entender:
"Receta de café turco:
1.- Cafetera siria
2.- Café pulverizado
3.- Agua de Azahar
Manera de hacerse:
Para una tacita de agua puesta al fuego de té pone una cucharadita de azúcar; cuando suelta el primer hervor saca para ponerle una cucharadita de café al gusto y se revuelve hasta quitarse del fuego. Antes de quitarse del fuego se sirve espumita a la taza y enseguida el café..."
¡Salud lectores!
Arturo B.R.
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